Siempre que llega el verano el cuerpo me pide irme a una
isla. Será por esa sensación que tienen las islas de estar en medio del mar,
con esa percepción de aislamiento.
Mallorca ha sido en varias ocasiones mi destino elegido,
tierra de tradición y gran paso por la historia. Posiblemente como tantas
islas, lo que me llama la atención de ella, es que desembarcaron y se asentaron
fenicios, griegos, romanos, cartagineses, bizantinos y moros. Todos ellos
dejaron su huella en la isla de alguna manera, lo que a la suma es parte de su
historia.
En esta ocasión, mi visita por la isla no fue cerca del mar
al que tanto amor le tengo. Fui en busca de sus pueblos de interior, para
disfrutar de ese paso del tiempo detenido. Ya que hay veces que parece que en
Mallorca se ha parado el reloj. La mirada se detiene como sorprendida de ver
imágenes que te transportan a tiempos pasados, tiempos que aunque no volverán,
se recrean por un momento en algunos de los pueblos de esta magnífica isla
mediterránea.
Población de Biniaraix |
Camino a Santa María |
Tren de Soller |
Bodega Ca´n Novell, Benissalem |
Otra de las cosas que me atrae de la isla es su cocina, es variada, laboriosa, opulenta, mediterránea,
original y exquisita. Cocina llena de la tierra y del mar, con sus dos grasas dominantes, la del aceite de
oliva y la del cerdo. Es mediterránea, sin ignorar su origen balear.
Frit mallorquín |
Naranjos en Soller |
Zumo de naranja en bar bodega Biniaraix |
He disfrutado paseando por sus mercados llenos de vida.
Mercados repletos de producto de la isla, producto que sobresale a la distancia
para perfumarnos con su aroma y atraernos con sus colores los ojos que lo miran. Lo más impresionante, sus paradas de los productos del mar, lubinas,
pargos, obladas, doradas, pez araña, rayas, calamares, pez ballesta, raor, pez
de san pedro, cabrachos, salmonetes, morenas, pulpos y alguno más que se me
queda en el tintero. Pero sin ninguna duda el que me sorprendió entre todos fue
el raor o también llamado galán, lorito,
papagayo y pámpano . Es un pez de fondo que se entierra en la arena. Un pez mítico, el más
bello, sabroso y también el más caro. Raro y errático, su pesca es una obsesión
para miles de aficionados de las islas Baleares. Es una joya en la mesa y se
han llegado a pagar hasta 100 euros el kilogramo. De carne suave, escamas
rojizas y ojillos saltones. Poseen una carne muy blanca similar a lenguaditos
grasos suavemente yodados. Su piel gelatinosa, funde en la boca como el tocino
ibérico.
Mercado del Olivar |
En los viajes siempre se aprenden nuevas cosas, es lo que te
va enriqueciendo y sumando en esto que llamamos “Vida”. En este caso encontré
la sobrasada, la reina en popularidad, para extender, de color rojo intenso por
el pimentón que la aliña. La antigua necesidad de conservar la carne, hizo que
se desarrollaran muy diversos procedimientos para alargar su vida útil. Uno de
ellos, sin duda, es el picado, condimentación y curado de la carne, para
realizar esta joya gastronómica, que según la experiencia adquirida de
generación en generación, cada cual le da su toque personal a esta pieza de la
gastronomía mallorquina. De gusto suave
y agradable, las especias resurgen en el regusto. Con diferentes nombres y
formas, como “la longaniza”, que se presenta en forma de collar o herradura. Se
distingue por ser larga y fina, y suele tener un peso de 200 a 300 gramos, es
la presentación de consumo más rápido. “La Rizada”, es la más común. El proceso
de curación es de seis a doce semanas. Suele pesar 800 g aproximadamente. “La Semirizada”,
como la anterior, pero de menor peso, aproximadamente de 400 g. “La Culana”,
piezas grandes y alargadas, que oscilan entre 2 y 3 Kilos. Se venden
normalmente al corte. “La Bufeta”, tiene forma de bola y se ata con tres
cordeles cruzados. Pesa entre 1 y 1,5 kilos. “El Poltrú”, la forma es parecida
a la rizada pero de mayor tamaño. Suele pesar entre 2 y 4 kilos. “El Bisbe”, es
la presentación más espectacular de todas, ya que puede pesar entre 4 y 30
kilos. Su comercialización es poco corriente, pero si vierais una os sorprenderá.
Sobrasada a la brasa en Restaurante Ca´l Dimoni |
Y entre una cosa y otra, no puedes dejar de escuchar la
llamada del mar. Mallorca, tiene rincones que son de ensueño. No tuve mucho
tiempo de disfrutar de su mar, pero desde luego estuve un día en el paraíso, en
Formentor. Este arenal de longitud kilométrica y de anchura estrecha está
formado de arena de grano finísimo y color blanco luminoso. El acceso a la cala
es por una serpenteante carretera de espectaculares vistas que no te dejan
impasible a las magníficas estampas que recoge la retina, vistas de la bahía de
Pollensa y acantilados de gran desnivel, van surgiendo en los 18 kilómetros de
trayecto hasta llegar a la cala.
Y todo viaje que lo valga, tiene una historia que contar, la
que os voy a contar ahora. Una casualidad con causa, aunque yo no creo en las
casualidades. Al plantear el viaje a Mallorca meses antes, estaba decidido a
encontrar un lugar tranquilo donde descansar y alejarme del descontrol que
conlleva estar cerca de algunas de las zonas de costa de la isla. Y lo encontré!!
En Marratxí, a 14 kilometros de Palma de
Mallorca, en la tranquila aldea de Marratxinet. Un albergue que nace del
antiguo Convento Franciscano que allí existía. En un edificio del Siglo XIX, en
el que se han mantenido la sencillez de sus anteriores ocupantes, con una
tranquilidad envidiable, para dormir sin ruidos, comer cocina casera y
relamerse, para simplemente sentarse en algunos de los lugares que tiene y
disfrutar de un momento de paz. Dominique y Toni, hacen posible este lugar para
compartir experiencias entre los diferentes compañeros de viaje que allí
coincidimos . La noche que llegué, al entrar en este lugar, experimenté una
sensación similar a la que viví en su día en algún albergue del Camino de
Santiago. Y alguno igual se pregunta ¿y esa sensación cómo es?.. Solo hay una
manera de saberlo y es cuando en alguna ocasión la has vivido. De repente al
entrar en la que iba a ser mi casa durante unos días, noté una paz profunda, me
recibieron con los brazos abiertos, con una maravillosa sonrisa, un olor
familiar a incienso litúrgico, un siéntate y descansa, un abrazo con la mirada... Este lugar me ofreció paz y amor a capazos
amigos! Durante todas las noches que allí permanecí, las estrellas guiaron mis
sueños.
Toni, un enamorado de la isla y de sus costumbres, un gran gastrónomo
al que le apasiona hablar de su isla y de vivirla a través de su cocina más
arraigada. Dominique, dulce y con un
timbre de voz que seduce los oídos, calmada, clara, amable, simpática y siempre
contestando a lo que le preguntes con una enorme sonrisa en su cara. Dos soles
que puedes encontrar en la isla, pero los tienes que buscar en Asis de Marratxinet, el lugar donde hacen posible sus sueños.
Toni y Dominique |
Otro paso por la isla la cual conozco hace ya unos cuantos
años y que me vuelve a sorprenderme de nuevo con experiencias tanto gastronómicas
como vitales.
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ResponderEliminarCompramos en CC Alcampo Mallorca unas ensaimadas exquisitas
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